El Castañal de Manzanedo de Valdueza. Hay lugares que deben recorrerse alguna vez en la vida. En esta página han salido muchos lugares, algunos de ellos deberían tener esta categoría. Además, por suerte, la mayoría de ellos, no solo se visitan, sino que también se recorren.
El Castañal de Manzanedo de Valdueza (León) es uno de esos lugares. Hay que visitarlo al menos una vez en la vida, recorrerlo, respirar en él, pasar unas horas, o todo un día.
No hay más que ir a Manzanedo y, una vez allí, tomar el camino que nos lleva a la carretera que sube a Peñalba de Santiago desde San Esteban de Valdueza. Podemos dejar el coche al principio del pueblo. Atravesamos el pueblo, que al ser tan pequeño no nos llevará más de dos minutos, al final del mismo salen dos caminos. El primero que veamos será el elegido. Además hay un cartel que pone «Camino solo apto para todoterrenos». Ese es. Hay un camino más a la izquierda que nos lleva también a través de castaños, es en ese donde se ven los castaños más grandes, hay uno que lo abarcan entre 12 personas, pero que habrá que ir atento para intuir de cuál se trata. Éste camino después sube hacia la pista que une San Cristóbal de Valdueza con Peñalba de Santiago, y que, a pesar de ser una pista, también recomiendo recorrer, pues las vistas desde allí son poderosas. En éste segundo camino, del que no nos ocuparemos en éste artículo, sirva como señal al caminante, decir que se pasa por la casetas de la captación de aguas.
Antes de llegar a Manzanedo de Valdueza conviene parar y admirar, ya sabréis hacia dónde mirar, no hay que dar muchas pistas. La vista desde allí me gusta más en días nublados o de sol y nube, y si hay un poco de niebla (algo habitual a primera hora) la cosa mejora. Veremos la Guiana (1.849 m.) prominente, y a su derecha el pico Casayo Blanco (1.391 m.) y el pico de Águilas(1.287 m.) de cuyas laderas nace uno de los arroyos más hermosos que he visto.
Una vez que nos ponemos a caminar el paso se hace cómodo por un camino casi llano en el que hay muy poco desnivel. En pocos metros estaremos dentro del castañal. «Castañal» es la palabra que se utiliza por esta zona, mientras que por otras más al sur se emplea «castañar».
Nuestros pasos, a través del castañal, se dirigen hacia la ermita de Villarino, comúnmente llamada la Ermita de Santa María de Escayos. Esta última está sepultada algo más abajo por lo que el nombre auténtico es el primero.
La ermita es una joya olvidada del patrimonio de la zona que pueda tener más de 1000 años de existencia. Se encuentra en el paraje llamado Villarino. A mí este paraje me resulta mágico y pintoresco. La iglesia, en mitad de la ladera, rodeada de castaños y árboles frutales aguanta como puede el paso del tiempo, al fondo, el Valle del Oza. Ni que decir tiene que es en estas fechas otoñales cuando luce más.
La iglesia, que en su primera época perteneció a un pueblo, ya desaparecido, llamado La Cistierna, según los escritos, se encuentra en una situación de ruina absoluta. En la foto que sigue se ve en pie. Pero yo no me atreví a entrar. No se ve un lugar seguro.
Si os interesa más información sobre la historia de la iglesia, el paraje de Villarino y La Cistierna , hay un artículo en el Diario de León que lo cuenta aquí.
Se debe actuar con premura para salvar esta joya que pudiera ser un recurso atractivo para el visitante de la zona. Estoy seguro de que si esto estuviera en otras comunidades se le prestaría más atención que en ésta. Y si estuviera en Estados Unidos, por ejemplo, ni te cuento.
Actualización (20-07-2015): Noticia sobre un futuro uso de la ermita.
Desde la iglesia las vistas son hacia las estribaciones del pico Águilas, en la foto comenzándose a teñir de otoño la parte que no está arrasada por el fuego.
La penúltima vez que lo visité era tiempo de apañar castañas, con la gente del pueblo dispuesta a dar conversación. Mientras caminaba se observaban estampas típicas de la época.
Las castañales, como los llaman por aquí, a finales de octubre se encuentra pletóricos. Por esta zona, a los árboles que dan fruto se les atribuye género femenino, así se habla de las cerezales, las nogales, las perales, etc.
El pequeño Manzanedo (pero grande en entorno) quedó atrás, pero a través de las pocas ventanas que ofrece el camino puede verse rodeado de sus viejos castaños (sus castañales) y otros árboles frutales como cerezos.
Este camino continúa hasta la carretera que sube a Peñalba donde se une con ella después de San Clemente de Valdueza. No vamos a llegar hasta allí. Nuestra intención es regresar a Manzanedo por otro camino. Cuando se acaba el castañal empieza el roble y la encina. Unos metros más adelante sale un camino a la derecha. Ninguno antes había, por eso no tiene pérdida. Deberemos tomar dicha senda por la que bajamos hasta otra curva. Allí tomaremos de nuevo el camino de la derecha. Este nuevo camino nos conducirá al punto de partida.
Ahora atravesaremos de nuevo el castañal, pero por otra parte muy distinta. Aquí el caminar ya no es tan cómodo, pasaremos por una senda muy hozada por el jabalí, y en la que habrá que sortear algún árbol que atraviesa la misma. En días en que esté mojado el suelo es recomendable llevar botas, pues el suelo estará blando y se forma barro.
Este bosque es maravilloso, es de los que más me gustan a mí. Cada piedra cubierta de musgo. Los nuevos castaños elevándose al cielo para buscar la luz forman una selva de árboles finos y altos llenándolo todo de frondosidad.
Hay un parte del castañal que lleva años sin ser alterado por la acción del hombre, siendo esto su principal virtud. Deberemos tener cuidado en días de caza pues es un terreno propicio para cazadores.
Posteriormente, el sendero nos llevará de nuevo a los sotos de castaños del inicio, donde se repetirán de nuevo las estampas de gigantes retorciéndose que transcienden a las personas viviendo siglos.
Cualquier época del año es buena para ir, pues tendrá su particular encanto de la estación, incluso, casi cualquier condición meteorológica salvo tormentosa o de niebla.
La ruta no tiene más de 5 kilómetros y muy poco desnivel. Es apta para toda la familia teniendo pocos peligros más que los de andar por un bosque que debe ser evitado en días de caza. En los mapas no suele venir dibujado ni el camino de ida ni el de vuelta. Es por ello que he trazado de forma aproximada lo que sería el recorrido para hacerse una idea, pero no para cargarlo en un aparato de GPS porque os llevaría campo a través.
Sería recomendable y de esperar que desde el Ayuntamiento de Ponferrada, municipio al que pertenece Manzanedo, se tomara la inciativa de señalizar este sendero y convertirlo en ruta. Algo tan bello no puede permanecer en el olvido. Y ni que decir tiene si se restaura la iglesia sería la «repera». Espero que os haya gustado. Hasta otro día.
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