En los últimos días han aparecido diversos artículos en los medios de comunicación hablando sobre la evolución favorable que ha experimentado el oso pardo en la Cordillera Cantábrica, en especial en la zona occidental de la misma donde su área de extensión es cada vez mayor evitando así la endogamia que sí puede presentarse en la zona oriental.
Las cifras apuntan a que es posible que haya más de de 30 osas y alrededor de 60 crías. Esto no significa que cada año nazcan 60 nuevos osos puesto que las crías están junto a la progenitora unos tres años, así que son 60 crías pertenecientes a los tres últimos años. Un dato positivo a todas luces. Sin embargo este crecimiento, en mi opinión, no se está haciendo de forma sólida y según se vaya incrementando el número de osos en las poblaciones oseras hablaremos de cada vez más muertes de individuos. Esto se debe a diversos motivos.
– Por un lado, que no se hace una campaña en la que a los habitantes del lugar que coloniza el oso se les predisponga para aceptar al mismo, e incluso se les hable de los posibles beneficios que pudiera traer consigo la presencia del plantígrado. Incluso en educar a los cazadores en la posibilidad de que ese bulto al que disparan pudiera tratarse de un oso y no un jabalí.
– Por otro lado está el asunto de las batidas de jabalí. A día de hoy la administración sigue autorizando batidas de jabalí con perros en zonas oseras. En ellas, los perros peinan el terreno sacando no solo a los jabalís sino también, entre otros, a los osos que allí habitan. Debido al carácter del oso esto es muy dañino para ellos, puesto que es probable que abandonen dicha zona si es que no se lleva un balazo. Esto lo he visto hacer tanto en Castilla y León como en el mismo Somiedo, paradigma del culto al oso. Esto no se explica. Y solo cabe una manera de explicarlo: El dinero: es obvio que el oso que pueda vivir allí vale menos para la Administración que una batida de jabalí.
– Además están los problemas de siempre, los lazos ilegales y el extendido furtivismo, sobre todo en la zona leonesa.
Todos estos motivos y algún otro hacen que la mortalidad en individuos jóvenes de la especie sea elevada. Ahí está el problema y se haría tanto si se luchara por sacar adelante a esos individuos jóvenes como en controlar a la osas que es lo que se está haciendo fundamentalmente.
La foto anterior está tomada el viernes pasado (8/03/2013) en una jornada de esas inolvidables que de vez en cuando uno tiene el privilegio de ser testigo. Solo, en medio de un monte, a la espera de poder observar aunque de lejos a uno de estos animales y tener la suerte de ver hasta cuatro osos. En primer lugar observo a una hembra en mitad de un bosque del que asomaba la cabeza de forma ocasional.
Después veo que la hembra (ahora es cuando sé que se trata de una hembra) va acompañada de dos oseznos ya crecidos que supongo que tienen tres años y que este junio, cuando empiece el celo, no les quedará otra que emanciparse del «hogar materno».
Estuve observándolos más de una hora, estaban en un bosque del que salieron a mitad de la tarde y les pude hacer este vídeo donde lo que más destaca son los juegos que en un momento de la toma se traen ambos oseznos:
Minutos después apareció este bello ejemplar de oso pardo. Un macho que anda por la misma zona y del que huyen en cuanto lo detectan.
Y aquí está un vídeo del macho. Si os fijáis el vídeo del macho comienza en la misma piedra donde tiene lugar el vídeo de la osa con las dos crías. La hora de toma del primer vídeo es las 18:09, y la del segundo las 18:18, es decir unos pocos minutos entre la osa y el oso. Otro detalle que me gusta del vídeo es el oso echando vapor por la boca.
El macho olía, no iba desencaminado pero un rápido cambio de valle permitió a la osa despistar al macho que a partir de la roca tomó una dirección diferente.
El sonido que se oye en los vídeos es el del agua cayendo en cascada por las peñas de las montañas.
Espero que os haya gustado. Hasta otro día.
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