Peñalba de Santiago se encuentra a 1.103 metros de altitud situado en el corazón de los Montes Aquilianos, en la comarca de La Valdueza y perteneciendo al Municipio de Ponferrada. Es un singular pueblo situado en las mismas faldas de los Montes. Su acceso por carretera no es fácil, pero su visita bien merece la pena. Hasta ahora me había resistido a hablar de uno de los lugares más conocidos del Bierzo en detrimento de hablar de otros menos conocidos que deben tener su hueco. Pero ya es hora de dedicar un pequeño capítulo a este bello lugar.
Montañas cargadas de nieve escoltan a Peñalba durante el invierno. Como Pico Tuerto. Será un buen motivo de visita para el montañero y senderista. Desde allí hay múltiples posibilidades para pasar el día por la montaña. Al fotógrafo también le gustará, pues las vistas son generosas y agradecidas. Y al que le guste la naturaleza también, las especies de animales que se pueden observar por allí son numerosas, destacando el corzo, el jabalí, el lobo, el águila real, la perdiz roja y la pardilla, y el oso pardo, al que últimamente se le ha visto por allí. Nunca se fue.
Peñalba se encuentra situada a los pies de la dorsal de peñas calizas que recorre longitudinalmente los Montes Aquilianos. Así que su nombre no encierra ningún misterio. Es el pueblo que está a los pies de la peña blanca, la peña alba.
Estas vistas del pueblo no las podéis ver si visitáis solo Peñalba. Si queréis verlas tendréis que llegar hasta San Cristóbal de Valdueza y seguir la carretera que conduce al puerto del Morredero. O bien, caminar un poco y subir por la pista que comunica el pueblo con dicha carretera.
La ruta habitual del turista al visitar Peñalba de Santiago es la carretera que transcurre por lo más profundo del Valle del Oza. Hay que recorrerla por lo menos una vez en la vida. Con calma, que hay lugares bonitos de verdad.
Y el pueblo, donde destaca la arquitectura tradicional de la zona con sus casas de paredes de piedra, balconadas de madera de castaño y tejados de pizarra al pie de la peña alba.
Los orígenes del pueblo se remontan a la construcción de su bella iglesia de estilo mozárabe del siglo X. San Genadio fue el que la fundo retirándose al lugar a dedicarse a la vida contemplativa. Se dice que vivió en una cueva. En un paseo de una media hora por un sendero se llega sin problemas a la cueva.
Lo más famoso de Peñalba, además de su cruz, la entrada lateral a la iglesia.
Lo normal, es que Peñalba presente este aspecto, sobre todo si se sube entre semana, se respira tranquilidad, y como no, silencio.
El día de Santiago, como no puede ser de otra manera se engalana el pueblo para celebrar la fiesta de su patrón.
Y para despedirme os dejo con una panorámica de los montes que rodean a Peñalba. Pero Peñalba no solo es el más conocido. Muy próximos se encuentran Bouzas, San Cristóbal de Valdueza, Manzanedo, Montes e incluso Ferradillo que todos merecen al menos una visita. Hasta otro día.
«Tres cosas, especialmente, merecen comentario en nuestro bendito y famoso Valle de Silencio.
En primer lugar, el nombre mismo. En los últimos tiempos leemos y oímos por doquier “Valle del Silencio”, con artículo, cuando los oriundos del lugar siempre oíamos y decíamos Valle de Silencio. En Peñalba tenemos tres espléndidos valles paralelos productores de heno; de oriente a occidente: el “Valle de Rabaneo”, el “Valle de Friguera” y el “Valle de Silencio”. Cuando los chavales íbamos con las vacas, decíamos: “Voy pa’ Rabaneo”, “Voy pa’ Friguera”, “Voy pa‘ Silencio”. Nada de Voy pa’l Silencio. Decíamos “Valle de Silencio” como decimos todavía hoy “Ciudad de Jerez”, y no Ciudad del Jerez. Sencillamente la l sobra.
Otro punto que merece atención es el de su extensión geográfica. Para muchos visitantes y no pocos escribientes, el Valle de Silencio empieza en San Esteban y terminaría en los tesos de la Fervencia y la Mayada, por lo que tendría una longitud de aproximadamente 15 Km. Esto es un inmenso error difundido por gentes tan audaces como mal informadas. Estrictamente hablando, el Valle de Silencio empieza en el Río Seco, es decir, a los pies de la Peña de la Cueva de San Genadio, y termina en el “Prau Cemeiro” (‘el prado más alto’). Su longitud no llega a un Km. Desde el “Prau Cemeiro” hasta el teso se alza majestuosa la Sierra de la Mayada, que ya no forma parte del Valle de Silencio.
El tercer punto que merece comentario es la causa de la denominación. Algunos lugareños le atribuyen el nombre a San Genadio, quien habría pedido silencio a las aguas y a los vientos para no ser molestado en su meditación. Cualquiera que suba a la cueva del Santo podrá comprobar que el valle es un incesante rumor de aguas, pero, lejos de molestar, son un bálsamo para el espíritu. El bibliotecario de la abadía de Silos, P. Norberto, me ha sugerido que el nombre puede proceder del hecho de que algunos monjes del monasterio de Peñalba se retiraban en Cuaresma y Adviento a las cuevas que hay en el valle para vivir en soledad y silencio. Sería el valle de los solitarios y silenciosos. Me parece una hipótesis muy razonable.»