Recientemente tuve la suerte de observar a un pequeño grupo de hembras de cabras montesas con sus retoños recién nacidos. Había seis en el grupo. Uno de ellos era especialmente pequeño. Se movía de forma torpe y todavía tenía restos del cordón umbilical.
Nunca había visto un cabrito tan pequeño. Fue un privilegio poder observarlo. Fijaos en la siguiente fotografía. El ojo todavía no lo tiene formado como un adulto al igual que sucede con los bebés.
Compartía espacio con sus iguales. En la siguiente foto lo podéis ver (es el de la derecha) con un compañero que tendrá unos días más que él pues se mostraba más ágil. Nacen muy esponjosos, con un pelaje despeinado. Con los días, pasan a tenerlo más liso.
Y en esta siguiente foto sale el cabrito que en la anterior foto aparecía a la izquierda. Más espabilado. Vemos como nacen con pequeños cuernos. Tanto si se trata de hembras como de machos.
Y aquí vemos a nuestro protagonista mamando de las ubres de su progenitora.
No suelen separarse apenas de sus madres. Las primeras fotos que os he enseñado me costó conseguirlas pues no veía momento de que se separara siquiera un metro. Lo habitual es algo como la siguiente foto.
Y para acabar os dejo un vídeo.
Espero que os haya gustado, yo disfruté mucho mientras los observaba. Hasta otro día.