La ruta que hoy escribo la hicimos a finales de mayo de 2009. El día era espléndido, el tiempo veraniego, cielo azul, 31º grados y compañía de la buena para el camino: gente de Villar de Acero y de Paradaseca me iba a enseñar aquellos parajes desconocidos hasta la fecha para mí.
Quedamos a las 10 de la mañana en Burbia. Último pueblo del Valle del río Burbia. En principio, plenos Ancares. Los confines de la provincia de León por el lado noroccidental en los límites con Galicia.
Desde Burbia parte el camino hacia las Lagunas de Villouso, comunmente llamadas Lagos de Burbia. Es seguir el curso del río Burbia en los primeros kilómetros para después seguir el arroyo Villouso hasta su nacimiento: las lagunas. Aunque no seré yo quién contradiga a los lugareños que consideran las lagunas de Villouso lugar de nacimiento del río Burbia. Y si así lo consideran los de allí, así es.
Los primeros prados dan paso a un senda cerrada con infinidad de árboles. Desde allí abajo ya se intuye el objetivo:
La cosa promete, hasta allá arriba hay que subir. Tras caminar unos pocos kilómetros hay que hacer la primera parada. Llega el Pozón. Cascada impresionante. Veremos un sendero que desciende a la izquierda en dirección al río además de un cartel que nos lo indica, después debemos volver y retomar el camino que llevábamos.
A partir de aquí el camino asciende a través de los bosques del valle, unas veces junto al río y otras más alejado. La vegetación que nos acompaña no puede ser mejor. Realmente me quedé impresionado: acebos, robles, arces, avellanos, abedules, capudres, y tejos. Todos de tamaño XXL. Sobre todo llaman la atención los enormes tejos. El bosque bajo formado, entre otros, por helechos, arándanos, genciana y urces cuando los árboles abren hueco a los matorrales.
El desnivel es pronunciado en muchos de los tramos del camino. No pensaba que iba a ser tanto. Pero el entorno lo compensa. Poco paisaje puede observarse en estos tramos pues todo lo tapa el frondoso bosque.
Cada vez que topamos con el río es para ver alguno de sus espectáculos como estos toboganes y saltos de agua:
Como decía hay tramos muy pronunciados. Decidimos tomarnos un respiro. Ya era hora llevámos casi dos horas caminando. Paramos en la Braña de Villouso, también llamada Braña del Muro. Poco queda de lo que fue. Pero todavía es un lugar excepcional para observar el entorno y los bosques por donde hemos ido subiendo. Está flanqueada por el Mostallar, el Pico de Campo Longo y el Cuerno Maldito.
Desde aquí se ve ya el Mostallar (1.934 m.). La flor del brezo se encarga de que esté reluciente a nuestros ojos.
Otra vista más. Por aquel valle hemos llegado hasta aquí:
Continuamos la marcha hacia el refugio del Acebalín, antes de llegar vemos otro grupo de saltos de agua que dejamos su visita para la vuelta. Llegamos al Acebalín. ¡qué lugar más privilegiado! Las vistas merecen la pena. Además, está situado en un punto estratégico y muy bien montado.
Desde aquí a los lagos no queda nada. El paisaje se abre, y divisamos abiertamente la Peña Castillín y el Mostallar. Aún queda mucha nieve, a pesar de que estemos a 31 de mayo. El deshielo es un espectáculo:
Al final las Lagunas de Villouso.
El otro de los picos que rodea a las lagunas es el pico Lagos.
Un lugar privilegiado. Las vistas desde allí son destacables. Se observa todo el circo glaciar, y el valle de Villouso. Además al fondo: Sierra de Gistredo con Catoute y Valdiglesia sobresaliendo.
Aunque la ruta puede hacerse en una mañana si madrugamos. Es muy recomendable comer allí, es un placer. Eso hicimos. Y tras dar una vuelta en la sobremesa, decidimos ponernos en camino de regreso. Podríamos subir al Mostallar, o alguno de los otros picos cercanos: Pico Lago o Cuerno Maldito.
Se vuelve por el mismo camino.
En duración podemos hablar de dos horas y media para ir y algo menos para volver.
Y también pongo nota a la ruta: 10